Caravaggio recupera la leyenda de la metamorfosis de Ovidio que nos habla de aquel joven tan hermoso
que se quedó embebido por el reflejo de su propia imagen en un estanque.
Su admiración fue tal que cayó al estanque al intentar besarla y murió
ahogado, pero los dioses le concedieron convertirse en la flor que lleva
su nombre, perpetuamente inclinada sobre el agua para poderse
contemplar toda la eternidad.
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